La rehabilitación de fachadas tradicionalmente se ha asociado a la necesidad de solucionar problemas o deterioros puntuales en la fachada; sin embargo la entrada en vigor de nuevas normativas en materia de construcción y rehabilitación de edificios impone la obligación de rehabilitar con criterios energéticos, de modo que cuando en un edificio con más de 1000 m2 de superficie útil se acometan reformas o rehabilitaciones que afecten al menos al 25% de sus cerramientos, es obligatorio dotar al edificio de una envolvente con un alto nivel de aislamiento térmico.
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